SERVICIO PÚBLICO VS. AUTONOMÍA, EL DILEMA DE LA CULTURA PERIODÍSTICA CUBANA
Resumen
Introducción: El sistema de medios cubano durante la presidencia de Raúl Castro (2006-2018) se ha caracterizado por la pérdida del monopolio estatal-partidista y el descentramiento en la producción y distribución de comunicación. En este contexto de cambios, se analizan las relaciones entre los componentes del sistema mediático que definen la profesionalidad periodística, a partir de los vínculos identificados entre cultura periodística y proyección de la política de medios. Metodología: Se aplicó una metodología cualitativa, con base en la entrevista en profundidad a 21 expertos en Ciencias Políticas y de la Comunicación sobre Cuba, y el análisis de contenido cualitativo a programas políticos, leyes, publicaciones científicas, tesis y otras entrevistas a periodistas cubanos registras en estudios previos. Resultados: El dilema central del periodismo cubano se delinea en la interacción entre roles periodísticos y definición de servicio público; y entre la autonomía periodística y las funciones de los medios orientadas a reforzar el nacionalismo y la defensa nacional. Discusión: El significado de la profesionalidad periodística cubana parece estar más asociado con ideales de justicia social, participación ciudadana, compromiso político y soberanía nacional, y a un modelo formativo de un periodista humanista y crítico; que a la autonomía o a la consistencia de las reglas con las que opera el sistema mediático. Conclusiones: No obstante, coexiste una tensión entre la instrumentalización política -y económica-, y la profesionalización, constituida por un periodismo con fuerte vocación de servicio público y por periodistas que desarrollan estrategias orientadas a la búsqueda de mayor autonomía conceptual y estructural.
PUBLIC SERVICE VS. AUTONOMY, THE DILEMMA OF CUBAN JOURNALISTIC CULTURE
Abstract
Introduction: During the presidency of Raúl Castro (2006-2018), the Cuban media system has lost the state-partisan monopoly and has suffered the decentralization of communication production and distribution. In this context of changes, the relationships between the media system components that define journalistic professionalism are analyzed based on the links identified between the journalistic culture and the projection of media policy. Methodology: The critical review of research on media systems allowed us to observe this case study contextualized. A qualitative methodology was applied, based on an in-depth interview with 21 experts in Political and Communication Sciences about Cuba, and qualitative content analysis to political programs, laws, scientific publications, research theses, and other interviews with Cuban journalists registered in previous studies. Results: The central dilemma of Cuban journalism is delineated in the interaction between the journalistic roles and the definition of public service and between journalistic autonomy and the functions of the media aimed at reinforcing nationalism and national defense. Discussion: The meaning of Cuban journalistic professionalism seems to be more associated with the ideals of social justice, citizen participation, political commitment, and national sovereignty, and with a formative model of a humanist and critical journalist; than to the autonomy or the consistency of media system rules. Conclusions: However, tension coexists between media-political instrumentalization and professionalization -constituted by journalism with a strong vocation for public service and journalists who develop strategies to explore greater conceptual and structural autonomy-.
SERVIÇO PÚBLICO VS. AUTONOMIA, O DILEMA DA CULTURA JORNALÍSTICA CUBANA
Resumo
Introdução: O sistema mediático cubano durante a presidência de Raúl Castro (2006 – 2018) caracterizou-se pela perda do monopólio estatal-partidário e pela descentralização na produção e distribuição da comunicação. Nesse contexto de mudanças, analisam-se as relações entre os componentes do sistema mediático que definem o profissionalismo jornalístico, a partir dos vínculos identificados entre a cultura jornalística e a projeção da política mediática. Metodologia: Aplicou-se uma metodologia qualitativa, com base em entrevistas em profundidade com 21 especialistas em Ciências Políticas e da Comunicação sobre Cuba e análise qualitativa de conteúdo de programas políticos, leis, publicações científicas, teses e outras entrevistas com jornalistas cubanos. Resultados: O dilema central do jornalismo cubano se delineia na interação entre os papéis jornalísticos e a definição de serviço público; e entre a autonomia jornalística e as funções dos meios de comunicação que visam reforçar o nacionalismo e a defesa nacional. Discussão: O significado do profissionalismo jornalístico cubano parece estar mais associado a ideais de justiça social, participação cidadã, compromisso político e soberania nacional, e um modelo formativo de jornalista humanista e crítico; do que à autonomia ou consistência das regras com as quais o sistema de média opera. Conclusões: No entanto, coexiste uma tensão entre instrumentalização política — e econômica — e profissionalização, constituída por um jornalismo com forte vocação para o serviço público e por jornalistas que desenvolvem estratégias visando buscar maior autonomia conceituai e estrutural.
Keywords
Journalistic culture, Media system, Cuba, Journalistic autonomy, Journalistic roles, Media instrumentalization, Media functions, Media policy, Public service.
INTRODUCCIÓN
En varias investigaciones desarrolladas durante las últimas tres décadas sobre el periodismo cubano se ha constatado la contradictoria presencia entre, por regla, una alta vocación de servicio público, y, una divergente y limitada autonomía (Elizalde, 2014; Estrada, 1996; García, 2013; García, 2018; Natvig, 2019; Oller, Olivera, Hernández, & Argüelles, 2016; Pérez, 2006; Somohano et al., 2019).
Entre los factores más recurridos para explicar este comportamiento destacan la ideología y la sovietización del modelo de prensa en la década de los setenta del siglo XX (García, 2013; García, 2017), las prácticas de censura, la organización económica de los medios (Elizalde, 2014; Franco, 2016; Terrero, 2018), la tradición histórica (Arencibia, 2017; Salazar, 2017), la inflexión comunicativa del conflicto político de EE.UU. contra Cuba cuyos efectos se han asociada a la noción de “plaza sitiada” (González, Sierra, & Vallejo, 2017; Vidal, Sierra, & Vallejo, 2017), la cualidad y calidad de la educación universitaria, el rol socializador de la política (Estrada, 1996) y del asociacionismo (Oller et al., 2016), las diferencias generacionales (Natvig, 2019), el acumulado de expectativas no cumplidas en relación con la transformación del sistema mediático (García, 2013), entre otros.
Los medios cubanos legalmente instituidos entablan una relación unívoca con el sistema político, de modo que “no constituyen un sistema en sí mismos, puesto que no poseen capacidad para la interdependencia o el vínculo autorreferencial” (García, 2013, p. 141). En correspondencia con ello, se ha constatado que en la práctica periodística predomina un rol leal-facilitador (Olivera y Torres, 2017), si bien entre los periodistas se comparten ideales más cercanos a los roles cívico y de servicio (Veliz, 2018; ) (Somohano et al., 2019).
Durante los años que coinciden con la presidencia de Raúl Castro (2006-2018), el sistema mediático continuó caracterizándose por rasgos que le han sido propios desde el siglo XX: predomino de los medios público-estatales (únicos legales), la directa y centralizada intervención política-partidista-estatal, el subsidio como forma de financiamiento principal, la preponderancia de la función informativa-propagandista y educativo-cultural, así como el carácter defensivo-reactivo antes las agresiones externas. Sin embargo, como expresión de, y en relación con las transformaciones en curso en la sociedad cubana desde fines del siglo XX a raíz de los efectos de la caída del Muro de Berlín, y con el incremento en el acceso a Internet y a flujos globales de información, los “límites” del sistema mediático están en reconstitución, en tanto espacio conceptual difuso, no acotado territorialmente, transnacional, multi-intencionado y multi-regulado ( ; Olivera y De Maio, 2021) (Hallin, 2020).
El periodismo está vinculado a una comunidad global, y existen prescripciones-marcadas en lo fundamental por la concepción liberal de los medios-; sin embargo, lo cierto es que las culturas periodísticas varían de manera significativa, en correspondencia con las características de los entornos políticos, económicos y culturales ( ; Esser y Pfetsch, 2020) (Voltmer, 2013).
El profesionalismo periodístico es un proceso interconectado, entre otros elementos, “con la constitución de una concepción particular de lo que realmente es el público” (Hallin y Mancini, 2012, p. 292); y con valores competitivos como la libertad de prensa, la seguridad nacional, la privacidad, la estabilidad, el consenso, entre otros. De este modo, el significado de "profesionalismo" difiere entre las sociedades (Hallin y Mancini, 2012, p. 290), en la práctica y en las percepciones (Roudakova, 2012). Mientras en unos países se le atribuye mayor relevancia a la autonomía, en otros es a la educación superior formal, o a las prescripciones normativas (Mellado, Hellmueller, & Donsbach, 2017).
En estudios precedentes en sistemas de medios de países (ex, post) comunistas (Voltmer, 2013), la profesionalidad periodística parece enfatizar más en la concepción de una vocación de servicio público que en la autonomía (Lehmann, 2017; Zhao, 2012), en la formación universitaria o en la consistencia de las reglas (Lehmann, 2017).
Sin embargo, la naturaleza, estructura social, dinámica y duración en el tiempo de los conflictos políticos de una sociedad configuran el pluralismo y la acción política de los medios (Hallin y Mancini, 2008; ) (Voltmer, 2013), lo cual en el contexto cubano pasa por tomar en consideración el conflicto de EE.UU. contra el país, y asociado con este, la migración y los flujos de información transnacionales (Cearns, 2021).
Alrededor del mundo, las disrupciones políticas, económicas y tecnológicas se han convertido en oportunidades para reinterpretar los límites del periodismo y las lógicas de apropiación que emergen de la interrelación entre los agentes internos y externos de esta institución social (Hanitzsch et al., 2019). El contexto de cambios e inflexión de la hegemonía informativa y cultural de la sociedad cubana, ofrece un marco de análisis para entender la cultura periodista de este país —cuyo modelo de medios es atípico a nivel continental—, sus relaciones con las estructurales del sistema mediático, y el modo en que sus agentes conciben la profesionalidad.
OBJETIVOS
Describir las relaciones entre los componentes del sistema mediático que definen la profesionalidad periodística cubana durante la Presidencia de Raúl Castro (2006-2018).
METODOLOGÍA
El enfoque teórico-metodológico seleccionado es cualitativo, desde una perspectiva epistemológica que pone énfasis en lo contextual y sociohistórico (Powers & Vera-Zambrano, 2018). La relación entre profesionalidad periodística y otros componentes del sistema mediático cubano, entre ellos la política de medios, se argumenta a partir de los vínculos identificados entre las dimensiones a) relación Estado-medios, b) articulación política de los medios, c) desarrollo de la industria mediática, y d) profesionalización del periodismo, que fueron definidas a partir de la revisión crítica y (re)conceptualización de las categorías clásicas de Hallin y Mancini (2008, 2017) (ver Tabla 1).
CONSTRUCTOS Y DIMENSIONES |
Relación Estado y medios |
1.1 Proyección de la política de medios Concibe la concertación de actores en su diseño, la función social definida para los medios, su concepción como servicio público y el rol del PCC y del liderazgo político en su organización. |
1.2 Participación institucional del Estado en los medios Incluye aspectos como la propiedad, el financiamiento, la definición de la agenda mediática, el gobierno como fuente de acceso a los asuntos públicos, la profesionalización de la comunicación gubernamental, la censura y la vigilancia. |
1.3 Regulación legal Integra los diferentes tipos de regulación, estructural, infraestructural, de contenido y respecto a la publicidad, así como los contextos de desregulación. |
1.4 Orientación de los medios a legitimar el sistema político Refiere a la relación entre las agendas políticas, mediáticas y pública, y al desarrollo de funciones democráticas por los medios. |
Articulación política de los medios |
2.1 Actividad política de los medios Observa la orientación editorial de los medios, su posicionamiento ante el conflicto político, su reconocimiento al PCC y al liderazgo político como interlocutores legítimos. 2.2 Diversidad externa Comprende la relación con grupos políticos, de la sociedad civil y actores globales, los vínculos con los flujos migratorios y el estatuto legal de funcionamiento. |
Desarrollo de la industria mediática |
3.1 Alcance de los medios Define las plataformas y alcance de los medios, los indicadores de desarrollo de las telecomunicaciones y las redes de distribución alternativas-informales. |
3.2 Orientación hacia las audiencias Indica la valoración económica y social de la producción mediática, el acceso y uso de las TICs y el consumo de medios. |
Profesionalización del periodismo |
4.1 Cultura periodística Indica la autonomía, las normas y estándares éticos y los roles profesionales. |
4.2 Organización social de la profesión Refiere al asociacionismo y a la formación universitaria. |
Fuente: Elaboración propia
Para ello se aplicaron 21 entrevistas en profundidad a expertos en Ciencias Políticas y de la Comunicación sobre Cuba (ver Tabla 2). Adicionalmente, se empleó el análisis de contenido a documentos primarios (10 programas gubernamentales, 21 normas legales, 10 discursos políticos, 19 artículos de prensa, 2 planes de estudio) y secundarios (57 publicaciones académicas y 60 tesis). Además, como parte de la muestra documental, se tuvo acceso a los audios de las entrevistas aplicadas a periodistas cubanos por dos investigaciones incluidas en la muestra, que abordaron elementos de la ideología y la cultura profesional ( ; Veliz, 2018) (Hernández, 2011).
Fecha |
Género |
Nacionalidad |
Residencia |
Especialización |
26 de enero de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en Cuba |
estudioso de la comunicación y periodista. |
10 de febrero de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en Cuba |
estudioso de la comunicación. |
17 de febrero de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en Cuba |
estudioso de la comunicación y periodista. |
20 de febrero de 2017 |
femenino |
cubana |
residente en Cuba |
estudiosa de la comunicación. |
21 de febrero de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en Cuba |
estudioso de la comunicación y periodista. |
27 de febrero de 2017 |
femenino |
cubana |
residente en Cuba |
periodista y estudiosa de la comunicación. |
9 de marzo de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en Cuba |
periodista y estudioso de la comunicación. |
10 de marzo de 2017 |
femenino |
cubana |
residente en Cuba |
estudiosa de la comunicación. |
23 de marzo de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en Cuba |
estudioso de las ciencias políticas y la comunicación. |
28 de marzo de 2017 |
femenino |
cubana |
residente en Cuba |
estudiosa de la comunicación y periodista. |
29 de marzo de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en Cuba |
estudioso de la comunicación y periodista. |
6 de abril de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en Cuba |
estudioso de las ciencias políticas. |
13 de abril de 2017 |
femenino |
cubana |
residente en Cuba |
estudiosa de la comunicación y periodista. |
12 de septiembre de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en el extranjero |
estudioso de la comunicación y las ciencias políticas. |
7 de noviembre de 2017 |
masculino |
cubano |
residente en el extranjero |
estudioso de las ciencias políticas. |
21 de enero de 2018 |
femenino |
no cubana |
residente en el extranjero |
estudiosa de la comunicación. |
31 de enero de 2018 |
femenino |
cubana |
residente en Cuba |
estudiosa de la comunicación. |
20 de marzo de 2018 |
masculino |
cubano |
residente en Cuba |
estudioso de la comunicación. |
25 de junio de 2018 |
femenino |
no cubana |
residente en el extranjero |
estudiosa de la comunicación. |
12 de julio de 2018 |
masculino |
cubano |
residente en el extranjero |
estudioso de la comunicación. |
9 de enero de 2019 |
femenino |
cubana |
residente en el extranjero |
estudiosa de las ciencias políticas y la comunicación. |
Fuente: Elaboración propia
Las entrevistas en profundidad se realizaron entre febrero de 2017 y enero de 2019, 15 se realizaron cara a cara y seis, vía online. Posteriormente, se transcribieron y se procesó la información con el apoyo de NVivo 12. La similitud de codificación permitió identificar el grupo de temas que tendían a ser mencionados conjuntamente por los entrevistados. De tal modo, un coeficiente de Jaccard> 0,7 significó un alto grado de similitud entre dos códigos, y su agrupación mediante dendrogramas contribuyó a identificar tres patrones de relaciones (Autor), de los cuales para este artículo se seleccionó el referido a la relación entre proyección de la política de medios y cultura periodística (ver Tabla 3).
Código A |
Código B |
Coeficiente de Jaccard |
Proyección de la política de medios |
Cultura periodística |
0.7 |
Proyección de la política de medios |
Definición de servicio público |
0.737 |
Proyección de la política de medios |
Autonomía profesional |
0.714 |
Definición de servicio público |
Cultura periodística |
0.706 |
Definición de servicio público |
Roles periodísticos |
0.75 |
Nacionalismo y defensa nacional como función de los medios |
Autonomía profesional |
0.706 |
Cultura periodística |
Normas éticas |
0.812 |
Cultura periodística |
Autonomía profesional |
0.882 |
Roles periodísticos |
Autonomía profesional |
0.722 |
Roles periodísticos |
Normas éticas |
0.75 |
Normas éticas |
Autonomía profesional |
0.824 |
Normas éticas |
Educación universitaria |
0.8 |
Educación universitaria |
Flujos migratorios |
0.7 |
Fuente: Elaboración propia.
La relación entre ambos constructos, y su análisis en profundidad, se argumentó a través de la revisión de 11 investigaciones sobre las culturas periodísticas en Cuba desarrolladas durante las últimas tres décadas, el análisis de contenido, la contextualización reflexiva y la reinterpretación de información empírica.
RESULTADOS
El escenario mediático cubano durante la presidencia de Raúl Castro (2006-2018) se ha caracterizado por la pérdida del monopolio estatal-partidista y el descentramiento en la producción y distribución de comunicación (entrevista personal, 12 de julio de 2018); así como por cambios en la capacidad de producción de contenidos, participación ciudadana y consumo de información de las audiencias (entrevista personal, 20, 21 de febrero de 2017). Para dar cuenta de ambos procesos es necesario una comprensión transnacional de los flujos de información (Cearns, 2021) y operaciones del sistema mediático en el marco del Estado-nación, dada por la intervención de factores como el desarrollo de Internet, la migración, la desconexión entre el proyecto político social y los proyectos individuales y familiares (Espina, 2009), entre otros 1 .
El sistema mediático estaría constituido de manera central por los medios de propiedad estatal o social, regidos por la política informativa del Partido Comunista de Cuba (PCC). Pero también por las corresponsalías extranjeras cuya operación política y audiencias las convierten en relevantes para entender los flujos de información en la Isla; los medios emergentes-independientes (no estatales, no legales, creados durante la última década), que con vocación de servicio público operan a través de redes de colabores dentro y fuera del país; y los medios que dentro de este espectro actúan como actores de oposición política con fuertes anclajes a las comunidades migrantes cubanas, y en muchos casos respaldados económica y editorialmente por las políticas del Gobierno de EE.UU. contra Cuba (entrevista personal, 8 de febrero, 23, 31 de marzo de 2017).
Independientemente de la latitud geográfica, la alineación política o el marco legal de actuación, entre las diferentes instituciones mediáticas se registran múltiples transacciones a través de agendas temáticas, denuncias mutuas, aprendizajes por imitación y competencia, y circulación del personal. En consecuencia, es imposible entender la existencia de unas sin tomar en cuenta las otras, y es necesario “desideologizar” la forma en que se ha concebido el sistema de medios cubano (entrevista personal, 9 de marzo de 2017).
En el marco amplio de comprensión de las identidades y límites del sistema de medios, así como de sus transformaciones y continuidades durante el periodo objeto de estudio, las relaciones por similitud de los códigos aplicados a las entrevistas en profundidad sugieren un patrón recíproco y multinivel entre la proyección de la política de medios y la cultura periodística (Figura 1). Este se estructura dada la interacción entre los indicadores: a) roles periodísticos y definición de servicio público; y b) autonomía y funciones de los medios orientadas a reforzar el nacionalismo y la defensa nacional.
De manera complementaria, también se constató una relación entre la cultura periodística, la formación universitaria y los flujos migratorios, lo cual permite una comprensión más amplia del papel normativo de la educación profesional y de la expresión de la diversidad externa que ha empezado a caracterizar el sistema mediático. En general, tales relaciones contribuyen a plantear una definición de la profesionalidad periodística en diálogo con los ideales universales del periodismo y en correspondencia con las contradicciones y desafíos del contexto cultural, político y económico cubano.
Fuente: Elaboración propia.
1 Roles periodísticos, formación universitaria y concepción del servicio público
En los estudios sobre culturas profesionales que se han realizado desde la década de los noventa del pasado siglo hasta el presente, los periodistas, los estudiantes de periodismo, e incluso los directivos de los medios cubanos, sin excepción, evidencian una fuerte orientación hacia los roles cívico-ciudadano y vigilante-investigativo (Estrada, 1996; Pérez, 2006; Estenoz y Martínez, 2006; Hernández, 2011; Franco, 2016; Oliva, 2016; Oller et al, 2016; Olivera y Torres, 2017; Terrero, 2018; Veliz, 2018; Somohano et al, 2019) (Estrada, 1996; Franco, 2016; Hernández, 2011; Oliva, 2016; Oller et al., 2016; Pérez, 2006; Somohano et al., 2019; Terrero, 2018).
Estrada (1996) indicaba entre los roles asumidos por los periodistas cubanos el “defensor de los derechos de la población” y el “educador de la audiencia” (p. 25). Una década después, Pérez (2006)Pérez (2006) planteaba que 'la gente' era una “noción fundamental de la ideología profesional de este periodista” (p. 249). Más recientemente,Hernández (2011) refería entre las funciones asociadas al periodismo que compartían sus entrevistados el “informar, analizar, interpretar y opinar sobre la realidad”, “mediar entre estado y públicos” y “criticar, educar y servir a la sociedad” (p. 83); mientras que Veliz et. al (2019) sostienen que los profesionales entrevistados pertenecientes tanto a medios partidistas-estatales como emergentes (legales o no) “conciben la población no como consumidores sino como ciudadanía” (p. 303).
No obstante, las nociones de la población, el pueblo, la gente, el ciudadano, es un “territorio discursivo en disputa” (Pérez, 2006, p. 249), donde convive un cierto distanciamiento declarativo respecto a las funciones sensacionalistas del periodismo –no así al entretenimiento– (Veliz et. al, 2019, p. 303-304), con prácticas significativas, pero de cierto modo preteridas, de vínculos con los ciudadanos, mediación socio-política y fiscalización de la función pública. A modo de ejemplo destacan la sección Acuse de Recibo en Juventud Rebelde, el programa Alta Tensión en la emisora CMHW, los espacios deliberativos a través de foros de discusión con los usuarios en Cubadebate, los recientes trabajos de investigación de Periodismo de Barrio, la obra periodística excepcional de líderes del gremio como Guillermo Cabrera Álvarez, la consolidación de las audiencias de proyectos mediáticos con orientación crítica como OnCuba, El Toque, entre otros.
Con más de 20 años de diferencia, las investigaciones deEstrada (1996) y Veliz (2018) también coinciden en que los roles de vigilante y denuncia son compartidos por sus periodistas entrevistados, desde una visión de defensa de la ciudadanía y fiscalización del poder. Además, coinciden en que la concepción de estos roles media una idea de funcionalidad del periodismo al sistema político y una expresión 'aspiracional', del deber ser. Sin embargo, en los medios emergentes no estatales –realidad que como se ha señalado es reciente-, “si bien no se identificó una postura de enfrentamiento a los poderes, se considera ampliamente la noción del periodismo como fiscalizador social” (Veliz et. al, 2019, p. 302); mientras en los medios de oposición política los roles adversariales y de denuncia suelen ser los más comunes (entrevista personal, 23 de marzo de 2017). La contraposición en niveles y dirección de los modelos propagandístico, vigilante y militante en el periodismo cubano también se ha encontrado en otros estudios recientes (Celecia, 2020).
Igualmente, estos resultados, que muestran el predominio de los roles cívico y vigilante entre las percepciones profesionales de los periodistas en Cuba, están en consonancia con los hallazgos de estudios que se han enfocado en los estudiantes universitarios de esta carrera. Estenoz y Martínez (2006) argumentan que el ideal profesional es el de “una prensa en función del pueblo, que alerte y denuncie los males sociales”, y “un periodismo por naturaleza humanista, ético, reflexivo, participativo, crítico, revolucionario, que refleje la realidad” (p. 124); mientrasSomohano et al. (2019) explica este comportamiento a partir de la importancia que los estudiantes le otorgan a las funciones de “educar, informar y motivar a los ciudadanos a participar en las discusiones públicas”, la motivación que manifiestan por “participar e influir en los asuntos públicos” y la posibilidad de “especializarse en el área informativa relativa a la política” (p. 325-326).
La percepción en torno a estos roles convive con “el influjo socializador de la dirección política” sobre los medios (Estrada, 1996, p. 22), lo cual se manifiesta en la importancia otorgada al rol leal-facilitador por los entrevistados en diferentes momentos históricos, así como en la jerarquía que poseen el compromiso político y la responsabilidad social entre sus valores profesionales (Hernández, 2011). Además, en el desempeño periodístico de los medios partidistas-estatales se ha constatado predomina el rol periodístico leal-facilitador, con un comportamiento estructural fuerte en su relación con las élites que respecto a la promoción de la imagen positiva del país (Olivera y Torres, 2017).
La relación política instrumental entre el PCC, el Estado y los medios (García, 2013) ha reforzado una cultura centrada en el obedecer (entrevista personal, 31 de marzo de 2017) y una práctica periodística poco habituada al contraste de fuentes de información y puntos de vista, que en cierta medida también se manifiesta en los medios “no oficiales” (entrevista personal, 20 de marzo de 2018).
No obstante, varios entrevistados (entrevista personal, 17 de febrero, 31 de marzo, 12 de septiembre de 2017) reconocen que los periodistas de medios emergentes se posicionan con mayor distancia respecto a los poderes constituidos entorno al Estado cubano, pero también respecto a las políticas de sanciones y cambio de régimen del Gobierno de EE.UU., equilibrio crítico que no suele apreciarse en los medios de oposición política. Todo lo anterior constata el “carácter conflictual y no homogéneo de las culturas de periodismo en la Isla” (Somohano, 2020, p. 323).
Este comportamiento se suele entender en la lógica de que la vocación de servicio público se antepone, con diferentes niveles de contraste, al rol leal-facilitador en su expresión propagandística (Veliz et. al, 2019), lo que marca una tensión compartida por profesionales y estudiantes entre el ideal de periodismo y su práctica real (Estenoz y Martínez, 2006; ) (Oliva, 2016; Somohano et al., 2019). Pero al mismo tiempo, la política de medios y otras instancias de reproducción cultural del sistema mediático (ej. formación universitaria y asociacionismo profesional) han asentado, en sentido contrario, un perfil político y de compromiso social que ha propiciado la configuración de esta vocación de servicio público (Oller et al., 2016).
Durante las últimas tres décadas, la definición del modelo de periodista elaborada por la academia cubana evolucionó hacia la concepción de un profesional de la comunicación social y de la política con marcada vocación de servicio a la sociedad, de modo que la noción de periodista-humanista ha servido de plataforma de acción y horizonte para los sucesivos claustros de esta carrera (Arencibia y López, 2016).
La educación profesional no es totalmente independiente de la intervención partidista-estatal, pero a diferencia de otros países comunistas y/o excomunistas (Mancini, 2015a), en Cuba se ha evidenciado un proceso de profesionalización del periodismo a raíz de la consolidación de la institucionalización social y cognoscitiva de las prácticas investigativas, educativas y de aplicación de conocimientos del campo de la comunicación social (Saladrigas y Olivera, 2016).
El currículo y un ambiente de libertad relativa y tolerancia política (Pérez, 2006), propician el desarrollo de la capacidad analítica y crítica, así como la construcción de esquemas socio-cognitivos y estándares normativos, que habilitan los cambios culturales en la profesión (entrevista personal, 31 de enero de 2018). Empero, no es suficiente para encarar con sentido generalizador el periodismo contemporáneo (entrevista personal, 10 de marzo de 2017), ni la tensión entre la preparación recibida y las dinámicas “disfuncionales” de gestión y producción de los medios de prensa (García, 2016, p. 131-132).
Por otra parte, la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), asociación profesional unitaria, ha sustentado funciones asociadas a los roles leal-facilitador y cívico como defender la Revolución, respaldar al Partido, informar, orientar y educar a la opinión pública. Además, ha sido un actor protagonista en deslindar, no siempre con éxito, el periodismo del marketing, la publicidad y la propaganda (Oller et al., 2016).
Ahora bien, los entrevistados insisten en destacar que “el mundo académico es inequívocamente una fuente de cambio” (entrevista personal, 21 de enero de 2018) y que la calidad de la formación periodística incide tanto en medios partidistas como emergentes, e incluso, de oposición (entrevista personal, 26 de enero, 17, 20, 21, 27 de febrero, 29, 31 de marzo, 12 de septiembre de 2017, 21 de enero, 25 de junio de 2018). Uno de ellos sintetiza la contradicción que se produce entre la cultura (re)creada en la universidad y las estructuras del sistema mediático legalmente instituido: “estamos formando profesionales que están 15 años por delante que nuestros medios de comunicación” (entrevista personal, 27 de febrero de 2017).
Por otra parte, en la Política de Comunicación Social del Estado y el Gobierno cubanos (PCC, 2019), documento que sintetiza y actualiza la política de medios -no escrita- que ha regido desde la segunda mitad de la década del sesenta del Siglo XX, se propone una noción de servicio público estatista-oficial-gubernamental, en oposición a la captura de los medios por parte de intereses privados y de mercado en las sociedades capitalistas. No obstante, en esta política, y en la Constitución de la República de Cuba aprobada recientemente (Asamblea Nacional del Poder Popular, 2019), la libertad de prensa se encuentra limitada a los fines de la sociedad y por regulaciones posteriores de rango inferior.
Tal concepción constituye una huella de identidad del proceso político de la Revolución Cubana (Cubaperiodistas, 2018; Díaz-Canel, 2018). De una parte, se asienta una definición amplia, donde “los medios de comunicación masiva, en cualquier formato o soporte tecnológico, constituyen un bien y un servicio público” (PCC, 2019). Por otra, no se provee una distinción entre medio público y estatal, “prevaleciendo, no de manera oficial, pero sí oficiosamente, la idea de una 'prensa de partido'” (entrevista personal, 12 de julio de 2018).
Los medios públicos en Cuba nacieron con la Revolución, en un contexto donde los dilemas Estado-gobierno, definición de los contenidos y financiamiento eran sobrepasados por una práctica política que negó todo el estatus anterior (Elizalde, 2018). En el presente las formas de propiedad sobre los medios no son criterio suficiente para garantizar la representación de la diversidad social y el bien común de la sociedad. En esta dirección, se ha señalado que “el ejercicio profesional de los medios de comunicación hoy día no contribuye con efectividad al interés social general ni a la continuidad del proyecto emancipador de la Revolución” (Vidal, 2017, p. 224).
De tal modo, el periodismo ha sido desplazado por la propaganda política, adolece de autonomía (Terrero, 2018), de visiones plurales (entrevista personal, 23 de marzo de 2017), y existe un notable consenso en el sector profesional respecto a la necesidad de rescatar, en la letra y en el funcionamiento real, que los medios sean públicos (entrevista personal, 8, 27 de febrero, 23, 28 de marzo de 2017, 20 de marzo de 2018).
Cuba ha tenido un sistema de comunicación de carácter público que posibilitaría el “plantearse una nueva profesionaIidad” (Estrada, 1996, p. 31), incluso en los márgenes complejos y fluctuantes de la relación crítica del periodismo con el proyecto de la Revolución Cubana y el nacionalismo radical. Además, en este contexto, a diferencia de otros países excomunistas (Voltmer, 2013), nunca fue descartada la objetividad como valor periodístico, aunque en la práctica profesional se observase un alto grado de intervencionismo y opinión (Olivera y Torres, 2017).
Pero, “si bien hay signos de valores nodales (o esenciales) compartidos, como el patriotismo, la justicia social o la dignidad” (García, 2018, p. 146), las contradicciones que existen al equilibrar el proyecto político y los roles del periodismo generan frustración y facilitan la toma de decisiones en términos de movilidad profesional (medios emergentes, industria del entretenimiento, activismo político, reorientación-superación, etcétera). Todo ello, además, parece abonar con fuerza la tesis sobre cómo “las identidades nacionales, generacionales o profesionales se están volviendo más relevantes que la ideología política” (Pérez, 2006, p. 260); y la toma de conciencia en torno a las profundas contradicciones entre lo Estatal y lo público (entrevista personal, 17 de febrero, 10 de marzo de 2017, 20 de marzo, 25 de junio y 12 de julio de 2018).
Los resultados anteriores, en cualquier caso, corroboran que los valores aspiracionales del proyecto político de la Revolución cubana, de conjunto con instancias socializadoras como la política de medios y la formación universitaria, persisten en modelar una identidad periodística anclada en ideales de servicio público. Al mismo tiempo, indican que el sentido de lo público ha estado asentado en valores universales como la responsabilidad social, la dignidad, la justicia y la libertad, pero también en nociones políticas particulares como la participación ciudadana, la socialización del poder, el control popular y la soberanía nacional.
La proyección de la política de medios orientada a construir un sistema mediático alternativo al modelo liberal, sin embargo, no ha creado un modelo de prensa estratégicamente sustentable (García, 2013) y ha cooptado la función fiscalizadora de los medios en la sociedad. Con ello, ha limitado las opciones de materializar en el marco institucional del país prácticas más cercanas a los ideales compartidos por los periodistas (Vasallo, 2020), y se ha potenciado la búsqueda de estas opciones en proyectos mediáticos transnacionales, emergentes y de oposición política.
Autonomía periodística, defensa nacional y nacionalismo
Los periodistas cubanos comparten altos estándares ético-profesionales (Krudtaa, 2013), evidencian un sentido crítico de la necesidad de hacer un periodismo otro (García, 2013) y han estado dispuestos al cuestionamiento público o la censura (entrevista personal, 8 de febrero de 2017). Pero se desempeñan en un entorno desregulado y/o normado con base a reglas informales (entrevista personal, 28 de marzo de 2017), no están al margen de problemas sociales como el oportunismo político y económico, la doble moral y la falsedad (Díaz, 2017), y tienden a aceptar de manera acrítica las normas preexistentes (Estrada, 1996, p. 16).
A nivel de política de medios, “la información, la comunicación y el conocimiento constituyen un bien público y un derecho ciudadano” (PCC, 2019), pero están limitados por la legislación en materia de defensa y seguridad nacional y la prevalencia de una visión instrumental-divulgativa-propagandística en las relaciones operativas entre política y medios.
Vale indicar que entre las funciones sociales de los medios en Cuba identificadas por los entrevistados y en las fuentes documentales consultadas, se observa la superposición de valores de servicio público con el nacionalismo y la defensa nacional. A modo de ejemplo, sobresalen el preservar la soberanía, promover la unidad del país ante las amenazas externas, contribuir a la seguridad nacional, y fortalecer los rasgos patriótico-nacionalistas de la identidad cubana.
Luego, la estrecha relación entre la prensa y el poder político cubano no se ha revertido en garantías legales para los medios de comunicación en el país, y el estrecho marco jurídico existente se centra en restricciones asociadas a las funciones indicadas anteriormente.
En materia penal sustantiva, varios artículos delPenal (1988) tipifican los delitos relativos a la confección, distribución y posesión de propaganda enemiga y la difusión de noticias falsas; la incitación para ejecutar delitos contra la Seguridad del Estado; contra el orden público (distribución clandestina de publicaciones impresas) y los derechos individuales (la libre emisión del pensamiento, palabra y prensa).
Asimismo, destaca la Ley 88 de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba (Asamblea Nacional del Poder Popular, 1999), que tipifica como delito “cualquier forma de colaboración directa o indirecta para favorecer la aplicación de la Ley 'Helms-Burton'” o en general las políticas de sanciones de EE.UU. contra Cuba. Entre ellas, la colaboración para estos fines y por cualquier vía con “emisoras de radio o televisión, periódicos, revistas u otros medios de difusión extranjeros” (Asamblea Nacional del Poder Popular, 1999).
Vale apuntar que la mayoría de los entrevistados coinciden en que las ideas de independencia, soberanía y justicia social, propias del nacionalismo radical cubano presente en los ideales periodísticos, están asociadas con las tensiones derivadas del conflicto político de EE.UU. contra Cuba. Sin embargo, este contexto también ha reforzado la noción de “plaza de sitiada”, que se traduce en control de la información y del consumo cultural como resultado de la agresión del enemigo y del aislamiento propio para protegerse (Vidal, 2015). Tal concepción ha limitado la capacidad crítica del periodismo, ha profundizado la distancia entre la agenda pública y la mediática, y ha socavado la credibilidad de los medios como institución social (entrevista personal, 20, 21 de febrero, 12 de septiembre de 2017).
A pesar de las normas descritas anteriormente, se trata de un sistema mediático desregulado en términos jurídicos (en el periodo analizado), donde el alcance de lo normado limitado el ejercicio de un periodismo de calidad, la capacidad de innovación y desarrollo de los medios públicos-estatales-partidistas (entrevista personal, 9 de marzo de 2017), y la emergencia de medios que operan sobre la base de otras lógicas políticas, económicas y profesionales (dentro y fuera de las fronteras nacionales).
En los medios estatales “hay demasiadas regulaciones no escritas que obstaculizan el trabajo” (García, 2013, p. 139), de modo que los mecanismos de decisión editorial se manifiestan como desviaciones de la norma institucional (entrevista personal, 6 de abril de 2017) –o posiblemente constituyan la norma-. A su vez, en los medios no estatales (alegales o ilegales), la reglas “provienen de espacios no concertados” (entrevista personal, 28 de marzo de 2017) y en ellos operan prácticas de vigilancia y coercitivas (García, 2019).
Por otra parte, la estructura económica-financiera de los medios (públicos-estatales-partidistas) es clave para entender sus limitaciones profesionales, pues la falta de autonomía para administrar los ingresos, los salarios, las inversiones y los recursos materiales es una problemática tan grave como la autonomía editorial. La autogestión económica potencialmente favorecería la toma de decisiones sobre las agendas, las coberturas y los contenidos (Franco, 2016; Terrero, 2018).
La situación descrita coincide con lo señalado por Voltmer (2008) respecto a dos características fundamentales de los sistemas comunistas: la nacionalización de la economía y la legitimación ideológica. Sin embargo, en el contexto cubano y en el periodo objeto de estudio, ambas se manifiestan como resultado de un proceso histórico autóctono de centralización-estatización y de tensión ideológica anclada en el nacionalismo radical.
Ahora bien, es en el espacio de construcción de la autonomía (perceptual y objetiva) donde se ha consolidado la transformación más importante de la cultura profesional durante la última década, en buena medida posibilitada por la Reforma política, económica y social impulsada por Raúl Castro, la permanencia de la crisis en la sociedad cubana, y la política de medios que a nivel formativo estimula el desarrollo intelectual y el pensamiento crítico.
En los medios partidistas-estatales persisten las prácticas de regulación externa, control, censura y administración de la información (García, 2013), que no son homogéneas ni absolutas. Ante este entorno los periodistas han perfeccionado sus estrategias de supervivencia-negociación, adaptación-subversión y/o evasión-confrontación.
En el plano conceptual, tales estrategias se han expresado en el acumulado cognoscitivo, favorecido en buena medida por la academia, que ha habilitado mayores capacidades profesionales para la interlocución social y política. En este sentido, el planteamiento más radical parte de la construcción y socialización de una noción audaz de la agencia profesional, la cual sintetiza el profesor Julio García Luis: “nadie va a llegar un día a decirnos: hasta ayer llegaron hasta aquí; a partir de hoy, van a llegar hasta acá. Eso no existe y nunca existirá. Nadie hablará por nosotros. Nadie hará lo que nos toca hacer a nosotros. Tendremos lo que nos ganemos, lograremos lo que nos merezcamos, dispondremos del espacio que sepamos ocupar. En el mundo del poder no se regala nada y nada viene por añadidura. Ideas, prácticas y hechos son los únicos que pueden movernos hacia delante” (García, 2012, p.37).
Asimismo, se han reconfigurado los posicionamientos profesionales respecto a los poderes constituidos, afianzando el rol de servicio ciudadano en los medios partidistas-estatales, el de fiscalizadores en los medios emergentes y el de adversarios en los medios de oposición.
Ahora bien, ni la presencia en el sistema mediático cubano de un nuevo patrón de construcción de la noticia enmarcada en el periodismo leal o abogado, como ha sido el caso del canal multinacional Telesur (Krudtaa, 2013), ni el amplio consenso profesional y político de los cónclaves de la UPEC (2013 y 2017) en torno a la necesidad de transformar los medios y las mediaciones (Garcés, Portal, & Pedroso, 2018), ni la diversificación de las formas de distribución de información y el consumo de bienes simbólicos de la población a partir de los desarrollos socio-tecnológicos como la Internet, han incidido en una variación sustancial del modelo propagandístico de construcción de la noticia en los medios partidistas-estatales.
Luego, en el nivel estructural de la autonomía, el cambio más notable han sido la creación de, la integración a, y en ocasiones la expulsión hacia proyectos mediáticos emergentes que operan en plataformas digitales y retan las estructuras discursivas, organizativas y materiales de los medios instituidos ( ; entrevista personal, 9 de enero de 2019) (García, 2017). Pero también se aprecia el establecimiento de estrategias alternativas de autogestión económica, y la migración del sector o hacia el extranjero, que a diferencia de periodos anteriores no implica necesariamente una ruptura con la profesión o con el país (Aja, Rodríguez, Orosa, & Albizu-Campos, 2017).
Los periodistas vinculados al sistema de medios partidista-público-estatal, si bien reconocen la dirección política de la comunicación, apuestan por transformar la regulación externa (control) sobre los medios por la autorregulación profesional (Elizalde, 2014). En los sectores profesionales emergentes, se tiende a reconocer el papel del gobierno en la regulación del espacio público, pero no así la dirección política de los medios (Díaz, 2017). Mientras, en aquellos vinculados explícitamente o no con poderes globales hegemónicos, y en particular, con organizaciones políticas de la diáspora cubana y del gobierno de EE.UU., el desconocimiento y oposición al sistema político es radical (Sánchez, 2018).
La práctica periodística de estos últimos, los medios de oposición política, genera competencia en las narrativas y los marcos interpretativos; pero los entrevistados tampoco consideran que sean autónomos de los poderes políticos globales (entrevista personal, 20 de febrero de 2017; 25 de junio de 2018).
Sin embargo, en este escenario los medios emergentes son particularmente relevantes, dada las formas a través de las cuales están desafiando la posición hegemónica del Estado, en términos de: a) propiedad, b) estructura del mercado de la prensa, c) conexiones organizativas entre prensa y actores externos, d) promoción de valores alternativos a los establecidos por el Estado, y, e) cuestionamiento al tipo de asociacionismo profesional (Olalde, 2016, p. 39). Pero también, por su posicionamiento respecto a los poderes globales, toda vez que: a) reconocen la legitimidad del Gobierno Cubano, b) denuncian las políticas de cambio de régimen por parte del gobierno de EE.UU., y c) proponen una amplia pluralidad editorial, que va desde un periodismo inspirado en el ideal del socialismo participativo hasta otro que pretende la construcción de una nación transnacional.
El periodismo cubano suele posicionarse ante una estructuración contradictoria de las estructuras de poder: las globales y las nacionales. De ahí derivan nociones de autonomía y valores profesionales periodísticos compartidos “desde otras articulaciones simbólicas en lugar de lógicas de mercado o presión política” (Olalde, 2016, p. 40). Pero tales articulaciones también se objetivan en y a través de las distancias culturales-generacionales (entrevista personal, 9 de enero de 2019), los modos de valorizar o no la fuerza de trabajo (entrevista personal, 10 de marzo de 2017) y la relación entre regulación externa, responsabilidad y libertad profesional (entrevista personal, 29 de marzo de 2017; entrevista personal, 20 de febrero de 2017).
La relación entre seguridad nacional, nacionalismo y autonomía en el periodismo cubano, todo indica que seguirá operando aun en el marco de la transición generacional en la política del país, de las transformaciones dirigidas a un modelo de economía mixto, de los cambios en el acceso y uso de las TIC (Internet incluido), las tendencias hacia la constitución de una sociedad transnacional y los potenciales ajustes en las normas del sistema de medios que deriven de la implementación de la Política de Comunicación. Pero el posicionamiento y la agencia de los actores en relación a estos valores, expresará y acentuará cada vez más la diversidad social -y política- de la sociedad.
CONCLUSIONES
El significado de la profesionalidad periodística cubana durante el periodo de la Presidencia de Raúl Castro, está más asociado a una noción de servicio público que privilegia valores nacionalistas, de justicia social, participación ciudadana, compromiso político y soberanía nacional, y a un modelo formativo de un periodista humanista y crítico; que a la autonomía o a la consistencia de las reglas con las que opera el sistema mediático.
La política de medios, la formación universitaria y el asociacionismo, constituyen instancias socializadoras que modelan la identidad periodística en un contexto donde las articulaciones profesionales se materializan, fundamentalmente, a través de lógicas multi-situadas de poder político (nacional y global) y de oposición relativa al mercado.
Los periodistas cubanos evidencian una fuerte orientación hacia los roles cívico-ciudadano y vigilante-investigativo, los cuales se anteponen y/o se complementan, con diferentes niveles de contraste, al rol leal-facilitador en su forma propagandística hipertrofiada. A su vez, la autonomía está limitada por la intervención del Partido-Estado en términos editoriales y económico-financieros, el ambiente desregulado y/o normado con base a reglas informales, y la inflexión en la toma de decisiones profesionales e institucionales de variables como la defensa nacional y la orientación política-editorial de los medios, ambas asentadas en el carácter histórico del conflicto político de EE.UU. contra Cuba.
Las dicotomías Estado vs. mercado, o Política vs. profesionalización, adolecen de potencial explicativo para entender la relación entre cultura periodística y sistema mediático dada la multicausalidad e interrelación de los constructos vocación de servicio público y autonomía periodística.
Aun así, el posicionamiento de los periodistas desde códigos normativos y discursivos, e instituciones o segmentos del sistema de medios que operan de acuerdo con diferentes lógicas, reafirma la conclusión deElizalde (2014) respecto a la correlación entre la regulación externa de la prensa cubana y la pérdida de la cultura profesional del sector, lo que se entiende como instrumentación política de la comunicación pública (García, 2013). Además, permite identificar patrones consistentes con los registrados en otros países comunistas como China (Repnikova, 2017).
En el periodismo cubano coexiste una dinámica de tensiones entre la alta instrumentalización política -y económica-, y la naturaleza de su profesionalización, constituida por un periodismo con fuerte vocación de servicio público, y por periodistas que desarrollan estrategias orientadas a la búsqueda de mayor autonomía conceptual y estructural. En cierto modo, estas tensiones están asentadas en la contraposición entre un modelo que tiende a la homogeneidad, la centralización y el difusionismo, y otro que persiste en la diversidad, el descentramiento y la participación/interacción.