doi.org/10.15198/seeci.2017.44.15-31
INVESTIGACIÓN

LA AMISTAD ELEMENTO CLAVE DE LA COMUNICACIÓN Y DE LA RELACIÓN
FRIENDSHIP AS A KEY TO COMMUNICATION AND RELATIONSHIP
A AMIZADE ELEMENTO CHAVE DA COMUNICAÇÃO E DA RELAÇÃO

Gloria Gallego Jiménez1
Salvador Vidal Raméntol

1Universidad Internacional de la Rioja. España.
gloria.gallego@unir.net
Universitat Internacional de Cataluña. España.
svidal@uic.es

1Gloria Gallego Jiménez. Doctora en Educación en la Universidad Internacional de la Rioja. Pofesora de Educación Personalizada, Didáctica General en el Máster de Secundaria.
gloria.gallego@unir.net 

Recibido: 30/03/2017
Aceptado: 15/05/2017
Publicado: 11/11/2017

RESUMEN
La amistad se forja en el colegio implica algún tipo de vinculación que puede ser el resultado de un proceso largo. Esta interacción permite al estudiante ir desarrollando dos facetas importantes de su personalidad. Aprende a reconocer su papel dentro de un grupo. Se da cuenta de que puede aportar al grupo y recibir de él. Empieza a aceptar las reglas del juego y percibe el enfado de sus compañeros cuando no las cumple. A través del grupo de clase aprende que es un ser social. En este aprendizaje irá reconociendo que otros chicos son más fuertes, más listos, más influyentes, o será consciente de que es líder. La amistad y la virtud, tienen una relación tan estrecha e íntima que, para lograr una, no se puede perder la otra: una persona virtuosa alcanza una buena amistad y al revés.

PALABRAS CLAVE: Amistad, valor, virtud, amor, bien.

ASBTRACT
The friendship that takes place at school involves some kind of linkage that may be the result of a long process. This interaction allows students to gradually develop two important facts of their personality. The student begins to recognize his role within a group. He realizes what he can contribute something to the group and receive from the group. In fact, he begins to accept the rules of the game and perceives the anger of his peers when he fails to comply with them. Through his class group, the student learns he is a social being. In this tutorial, the student will gradually recognize that other fellows are stronger, smarter, more influential, or he will be aware that he is a leader. Friendship and virtue have such a close and intimate relationship that, in order to achieve one, one cannot miss the other: a virtuous person reaches a good friendship and vice versa.

KEY WORDS: Friendship, virtue, value, love, goodness.

RESUME
A amizade que se forja no colégio implica algum tipo de vinculação que pode ser o resultado de um largo processo. Esta interação permite ao estudante ir desenvolvendo duas facetas importantes de sua personalidade. Aprender a reconhecer seu papel dentro de um grupo. Se dar conta que pode aportar ao grupo e também receber. Começa a aceitar as regras do jogo e reconhece o enfado de seus companheiros quando não as cumpre. Através do grupo de classe aprende que é um ser social. Nesta aprendizagem irá reconhecendo que outros jovens são mais fortes, mais inteligentes, ou será consciente de que é um líder. A amizade e a virtude têm uma relação tão estreita e intima que, para conseguir uma, não pode perder a outra: uma pessoa virtuosa alcança uma boa amizade ou ao contrario.

PALAVRAS CHAVE: Amizade, Valor, Virtude, Amor, Bem.

Cómo citar el artículo
Gallego Jiménez, G.; Vidal Raméntol. S. (2017). La amistad elemento clave de la comunicación y de la relación [Friendship as a key to communication and relationship] Revista de Comunicación de la SEECI, nº 44, 15-31. doi: http://dx.doi.org/10.15198/seeci.2017.44.15-31
Recuperado de http://www.seeci.net/revista/index.php/seeci/article/view/475

1. INTRODUCCIÓN

Cualquier persona puede experimentar el valor de la amistad. Para la mayoría de los seres humanos el hecho de tener amigos tiene un importante papel en su vida. Actualmente, se ha potenciado la posibilidad de relación del ser humano. Los abundantes medios de comunicación, como Internet, la publicidad, la propaganda, las noticias, los programas y las series de televisión etc., amplían la capacidad de información y de relación de muchas personas.
Los jóvenes, comparados con personas que se encuentran en otras etapas de la vida, suelen ser vivaces y apasionados. Poseen una gran capacidad de buscar y recibir información, de adaptarse a las novedades y tienen un enorme afán de aumentar cada vez más sus conocimientos. Todo ello hace que ante tantos cambios en las circunstancias de convivencia, relación e información, hayan recibido de forma indiscriminada los criterios de la sociedad actual en un momento en el que todavía eran vulnerables a muchas influencias y no estaban suficientemente formados en criterios y de hábitos buenos.
Si los adolescentes están bien orientados y dirigidos hacia la amistad verdadera: el bien, podrán contribuir y realizar aportaciones a esta sociedad porque suelen estar llenos de ilusión y energía. La amistad cobra un valor especial porque guarda relación íntima con el mundo interior de la persona, la ética y la comunicación. “La ética está presente en todos los ámbitos de la vida, y el mundo de la comunicación no es una excepción” (Díaz del Campo Lozano, 2013, p. 4)
Además, al ser las personas los elementos imprescindibles con los que se construye la sociedad, la amistad también es una pieza esencial en ella. Influye en cada uno, tanto en el ámbito de la relación personal como en el del entorno social. Por estas razones conocer las características de la verdadera amistad es uno de los objetivos prioritarios que se pretende conseguir con este artículo de reflexión.

2. OBJETIVOS

El objetivo primordial es analizar como la amistad es elemento clave para la comunicación y la creación de hábitos. Para ello hay cinco aspectos básicos que se quieren reflejar en este artículo de reflexión:
1. La debilidad humana como posible causa de la amistad.
2. La amistad como un bien deseable.
3. Vinculación entre amistad y virtud.
4. Condiciones para la amistad.
5. La verdadera amistad se orienta a la felicidad.
Se podría haber centrado en otros objetivos distintos pero se ha visto necesario realizar una interiorización del concepto de amistad como fuente de todo nexo de unión entre los compañeros del colegio y en cualquier relación humana.

3. METODOLOGÍA

La metodología de este artículo es básicamente un estudio reflexivo y un análisis objetivo de los estudios clásicos que existen sobre la amistad.

3.1. “La debilidad humana como posible causa de la amistad”

Se quiere empezar mencionando a Sócrates. Para los nobles griegos, el tener muchos amigos, en vez de ser un elogio o un símbolo de prestigio, era una señal de defecto humano. Las personas, por su imperfección, siempre están faltas de algo y son seres incompletos, inacabados, no autosuficientes, ni buenos en sentido absoluto.
La presencia del mal o la debilidad natural que se halla en los seres humanos podría ser causa eficiente del origen de una amistad, pues, al ser el hombre imperfecto, siempre necesita el apoyo de otras personas.
Aunque es bueno reconocer y aceptar la realidad de la deficiencia humana, la necesidad de completar lo que falta no es causa suficiente para generar una amistad porque la amistad causada por una mera necesidad busca la utilidad y, cuando se consigue la satisfacción de la propia necesidad, se abandona aquella relación, porque ya no hace falta ni sirve para nada. Una relación amistosa de este tipo se deshace con facilidad y queda en un plano inferior, en cuanto a su valor, ya que la amistad no puede reducirse a la utilidad. Este es un peligro muy actual que se debe combatir porque sin darse cuenta se cae en el pragmatismo, utilitarismo y el individualismo.
“Fruto de la tendencia a la individualización en el uso de pantallas, espacios y tiempos de consumo se han transformado. El lugar ya no suele compartirse con otras personas y el tiempo deja de ser simultáneo respecto al de emisión. La grabación o descarga de contenidos permite elegir a la carta el contexto espacio-temporal de visionado” (Marta-Lazo y Gabelas-Barroso, 2013, p. 16) Este es uno de los factores importantes que se debe tener en cuenta hoy en día pues la tecnología ha perjudicado esas relaciones humanas que facilitan la amistad y la comunicación con los demás.

3.2. “La amistad como un bien deseable”

Aristóteles menciona en su Ética a Nicómaco como los hombres, son animales sociales y familiares, hechos para asociarse con sus parientes naturales. Sin embargo, pertenece a la naturaleza humana algo que la diferencia del mero afecto natural, que no se encuentra en los animales y que es un rasgo distintivo del hombre: la benevolencia.
Los amigos, de alguna manera, están vinculados a los demás como otros seres semejantes y pertenecen a un mismo parentesco natural, por eso, se desean. El deseo que se tiene de algo, es de aquello que a uno le falta, bien porque se le ha sustraído, bien porque no se había poseído antes. Y ese deseo es el primer principio de la naturaleza de la amistad.
No por ello se debe olvidar que la naturaleza humana necesita esa comunicación para entablar amistad. “Cuando nos referimos a la comunicación humana tenemos que asumir que no puede existir una comunicación que sea visceral (emocional) por un lado, y cerebral (racional) por otro. En mayor o menor grado, la comunicación tiene inevitablemente ambas dimensiones” (Arís Redó, 2010, p. 80)
1. El hecho de que la amistad es deseable por sí misma, como un bien mayor, implica mencionar cuatro aspectos:
2. El deseo del bien pertenece a la naturaleza humana.
3. Los hombres desean la amistad.
4. La amistad tiene cualidades que la convierten en un bien.
La amistad es el mayor bien.
Según los clásicos en la aspiración al bien, por parte del ser humano, es conveniente mencionar el origen del amor –ya que la amistad es un tema relacionado íntimamente con éste-. El amor –que es ni rico ni pobre, ni bello ni feo, ni sabio ni ignorante-, se halla en el término medio entre lo uno y lo otro y, por estar la persona falta de parte de lo bueno, lo bello y lo sabio, siente deseo y necesidad de ellos y procura poseerlos. La naturaleza humana al ser imperfecta desea aquello que le falta y que percibe como algo bueno.
La segunda idea argumenta que los hombres desean la amistad. Los pobres, en muchas ocasiones por necesidad de asistencia (es sabido que ésta sólo es una causa eficiente, puesto que el tener amigos no es una condición necesaria e imprescindible para sobrevivir). En cuanto a los hombres ricos y generosos también quieren tenerla. La desean, a pesar de que poseen todos los bienes y no están faltos de nada. Sin amigos nadie querría vivir, aunque tuviera todos los otros bienes; incluso los que poseen riquezas, autoridad o poder parecer que necesitan sobre todo amigos.
En cuanto a la tercera propuesta, sostiene que la amistad tiene cualidades que la convierten en un bien, no es difícil darse cuenta que los hombres desean la amistad de una manera parecida a como desean el bien. El bien se caracteriza por ser algo bueno en sí y porque su existencia no es cambiante o variable, ni depende de ninguna otra cosa para ser buena, sino que es algo bello, amable y deseable. Los hombres no desean la amistad solamente porque sea algo necesario, sino fundamentalmente hermoso. Los seres humanos que son capaces de cultivar tal amistad reciben como fruto una serie de características amables y buenas, propias del bien en sí mismo.
Por último, hay que señalar que el tener amigos se define como un bien mayor que cualquier bien externo. La persona que está sufriendo alguna enfermedad o injusticia, prefiere la compañía de los amigos más que el dinero, la admiración de la gente o el honor que tuvo en su tiempo pasado.

3.3. “Vinculación entre amistad y virtud”

La amistad se relaciona con la virtud: “la amistad es una virtud o algo acompañado de virtud” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1155a2); o bien y “sin virtud no puede haber amistad bajo ningún concepto” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1237a17). Una persona virtuosa es buena, bella, y atrae a los demás. La virtud es la que conmueve, llama a acercarse a la persona que la tiene y la mueve a amarla con buena voluntad.
La naturaleza del hombre desea el bien y, para alcanzarlo, necesita de las virtudes. Una amistad verdadera ofrece la mejor oportunidad para que los amigos se ayuden entre sí en el cultivo de las virtudes y para que crezcan juntos en ellas. Las virtudes, a su vez, mantienen la amistad: la hacen fuerte, estable y perpetua.
La amistad y la virtud, tienen una relación tan estrecha e íntima que, para lograr una, no se puede perder la otra: una persona virtuosa alcanza una buena amistad y al revés. La virtud, además de mantener las amistades, tiene una función conciliadora. Al tratar esta característica de la virtud respecto de la amistad, Aristóteles define “la virtud” como “el carácter de un hombre bueno” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1236b34-36). Este filósofo desarrolla esta idea reflexionando sobre dos cuestiones: “¿es querido lo que es bueno para uno mismo o lo que es bueno absolutamente? ¿La actividad de amar va acompañada de placer, de suerte que incluso lo digno de afecto sea o no agradable?” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1236b34-36). A estas preguntas Aristóteles responde que, una cosa que es buena en sí siempre es amable, tanto para uno mismo como para todos.
Una amistad verdadera y estable requiere basarse en la virtud, y ésta necesita de la amistad para realizarse. Su ejercicio se hace únicamente posible con los demás y los amigos son las personas más adecuadas con quien ejercerla. La convivencia que brinda la amistad exige un ambiente de trato mutuo, de diálogo y de acompañamiento entre los amigos de los que se pueden obtener experiencias de la vida, compartir la intimidad y cultivar las virtudes conjuntamente. En la convivencia con los amigos buenos, se pueden adquirir las virtudes de un modo natural, “es natural que la justicia crezca juntamente con la amistad” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1165b). En ella, se puede ir al encuentro de las virtudes porque para poder crecer en virtudes, los amigos son los mejores y los medios más apropiados.
Un buen amigo, en cuanto ve que el otro ya no es como era o que tiene una alteración evidente en su modo de ser, no debe, por sentirse defraudado, alejarse de él o reprocharle con enfado su cambio. Aunque el amigo no avance en el desarrollo de las virtudes, siempre ha de recordarse la intimidad compartida en el tiempo pasado.
Sin embargo, en cuanto tal situación se convierte en algo serio e inalterable, ha de haber una ruptura de la amistad: “si los amigos ya no tienen los mismos gustos, ni se alegran ni apenan por las mismas cosas, es difícil continuar la amistad y, además, tampoco tiene sentido que se mantenga. Aristóteles insiste en la idea de que, si el amigo se convierte en una influencia negativa e irreparable, debe prescindirse de esta amistad, pues “los perversos no son amables, ni deben ser amados” (Cicerón, la amistad)
La mejor ayuda para los defectos de los amigos es corregirlos con el consejo. La persona virtuosa, al ver que el amigo adquiere vicios, siempre intenta ayudarle a recuperar los buenos hábitos. La corrección es propia de la amistad verdadera. Sin embargo, a pesar de la buena voluntad y del amor a la verdad, es posible que los buenos se conviertan en molestias para el otro, mientras que “la adulación, el halago y el servilismo” (Cicerón) pueden parecerle mucho más complacientes y satisfactorios. La verdad, en ocasiones, molesta pero las vanas y falsas complacencias son todavía más dañinas. Mientras que en la amistad domina la verdad, la adulación es su mayor mal, ya que ésta, no solamente es una manifestación en contra de la justicia, por ocultar la verdad (fingir) y el decir lo que no es (mentir), sino que, al practicarla así, se convierte en el polo opuesto de muchas virtudes como, la honestidad, sinceridad, lealtad, fidelidad y justicia.
La persona realmente virtuosa se diferencia de la que sólo lo aparenta en que “se ama a sí misma, porque ella se conoce a sí misma perfectamente y comprende cuál digna es de amor” (Cicerón, la amistad, p. 99), No obra bien por ganar alabanzas para sí misma. Esto último es como indica Aristóteles, “querer el honor no por sí mismo, sino por accidente” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1159a 16).
Los amigos virtuosos pretenden, mutuamente, realizar acciones nobles ya que en cuanto al amor por sí mismos, obran bien como si “rivalizaran en nobleza y se esforzaran en realizar las acciones más nobles” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1162b 7-8). Por otro lado, en cuanto al amor entre ellos, desean vivamente tratarse bien entre sí (pues esto es propio de la virtud y de la amistad). Por consiguiente, los amigos surgidos por la virtud no se envidian sino que tratan de estimularse.
La amistad virtuosa ayuda a descubrir mutuamente los defectos de cada uno, a aceptar las propias limitaciones, a cultivar los hábitos buenos, vivir las virtudes y guiarse, recíprocamente, hacia el bien. Para esta corrección por parte de los amigos es importante poseer buena competencia emocional. “Los seres humanos somos la unión entre lo cognitivo, lo afectivo, lo social, lo cultural, etc. En este sentido el bienestar psicológico y, en especial el de los adolescentes, influye en su calidad de vida, incidiendo a su vez en un sentido positivo o negativo en sus relaciones sociales” (Suberviola-Ovejas, 2011, p. 4)

3.4. “Condiciones para la amistad”

Aristóteles estudia la similitud entre los modos en que el hombre se relaciona consigo mismo y los modos en que éste se relaciona con los amigos. Señala que, la amistad hacia los demás proviene del afecto que el ser humano se tiene a sí mismo. Para entender esta afirmación, destaca los siguientes puntos:

3.4.1. Amistad con uno mismo

El pensamiento clásico compara, a menudo, al buen amigo con “un espejo”. Estas expresiones reflejan que los amigos, además de ser los prójimos más cercanos son las personas que brindan más oportunidades para contemplarse a uno mismo.
El hombre bueno se logra contemplar a sí mismo en su amigo, ya que ve en él un bien. Los amigos buenos son estrechamente similares entre ellos por la naturaleza, como si fuera, según Aristóteles, “una especie de segundo yo”. Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1245a31). Un buen amigo, siendo “un segundo yo”, igualmente “desea” serlo.
El hombre, de un modo natural se ama a sí mismo. Esta expresión podría parecer egoísta. Antes de afirmar esto, hace falta investigar cuáles son los bienes que procuran obtener estos hombres que se aman a sí mismos y cómo los persiguen.
En la sociedad, el amor a sí mismo se puede identificar desde una perspectiva altruista o egoísta. Existe una gran diferencia en los modos en que se presenta ese “amor hacia sí mismo”: los hombres virtuosos se aman a sí mismos, mientras que los no virtuosos son amantes de sí mismos. El modo de amarse adquiere dos formas distintas: la primera se centra en qué es lo que persigue el hombre con el amor a sí mismo y la segunda, cómo el hombre manifiesta tal amor en la relación con sus amigos.
El hombre no virtuoso se caracteriza por la incapacidad de la razón para dominar la parte irracional de su intelecto; actúa movido por sus deseos y apetencias, buscando los bienes que pueden contentar sus pasiones: riquezas, famas, deleite corporal.
La mayor parte de los hombres gozan con estos bienes -útiles, provechosos, y buenos en sentido relativo-; pero los no virtuosos ansían poseerlos, como si fueran los mejores y únicos bienes del mundo. Además de descuidar los bienes que son realmente necesarios para su inteligencia, no están tranquilos interiormente por las disputas en que se halla su interior.
La inteligencia gobierna en el hombre bueno, el virtuoso vive conforme a la razón. Según el pensamiento aristotélico, para el hombre bueno, la razón es la parte más alta y principal del hombre virtuoso, éste prefiere hacer lo que manda su intelecto y, el intelecto escoge, en cada caso, lo mejor. De este modo, procura siempre lo que es noble u honesto y lo que es moralmente bello para sí mismo.

3.4.2. Beneficencia

Si por naturaleza, el hombre se ama a sí mismo, desea el bien para sí, lo busca y procura alcanzarlo, a pesar de los muchos esfuerzos que se requieran. En su relación con los amigos, se puede advertir un fenómeno parecido. El virtuoso, al tratar a su amigo, también quiere lo mejor para éste y pretende ir a su encuentro, no por su propio interés, sino en razón del bien del amigo. Esta búsqueda incondicional del bien del otro es lo que se puede denominar beneficencia, primera de las condiciones de la amistad.
El amor hacia el amigo se refleja en obrar el bien. La amistad entre los amigos, se puede parecer a la relación de un bienhechor con su favorecido, ya que el hombre “presta” servicio a su amigo sin buscar nada a cambio, y el otro “recibe” esta prestación voluntaria; el bienhechor ama a su favorecido como si fuera obra suya. El amigo es un bien en sí. El hombre virtuoso hace todo lo posible para mejorarlo. El esforzarse para hacer el bien al amigo implica un elemento esencial, que es el amor.

3.4.3. Benevolencia

La benevolencia es otra característica que se advierte en la amistad tanto consigo mismo como con los demás. En cuanto a la relación consigo mismo, el hombre ama su propio ser, ya que por naturaleza quiere existir, conservarse en sí mismo y tener una vida larga y feliz. El hombre bueno trata su propia existencia como el bien en sí y, lo ama tanto que, siempre prefiere ser lo que es él mismo a llegar a ser otro o a tenerlo todo.
El querer la propia existencia es, por naturaleza, el deseo básico del hombre. Este querer, que es la benevolencia que uno se tiene hacia sí mismo también la siente hacia su amigo: quiere la existencia de éste, no por su propio interés, sino por lo bueno que es que exista.
La benevolencia es el principio de la amistad, aunque todavía no es amistad propiamente dicha. Existe siempre que uno, por el amor que tiene hacia el otro, quiera la existencia continuada y feliz de este otro, como sucede en el afecto materno. No obstante, según Aristóteles, no todos los que tienen benevolencia por ser así aman más, ya que este sentimiento también puede surgir entre personas desconocidas o conocidas carentes de trato físico. Como describe este filósofo, las personas que mantuvieron una amistad y ahora ya no son amigos, a causa de la benevolencia que sienten hacia el otro, siguen deseando que éste exista.
La benevolencia, aunque no se califica como amistad, está cerca de ella, ya que ésta la requiere como una condición inicial para sostenerse. La benevolencia cuando es prolongada y alcanza familiaridad se convierte en amistad.

3.4.4. Concordia

Los buenos amigos son semejantes en las virtudes. Estos, poseyendo una unión integrada, no suele estar en desacuerdo consigo. No sólo se mantienen iguales a sí mismos, sino también entre ellos. “Sus voluntades permanecen fijas en el bien y no fluctúan de uno a otro” (Tomás De Aquino, Comentario a la Ética a Nicómaco de Aristóteles, p. 516). Por tener cualidades similares entre ellos, los bienes que se desean y se eligen por cada uno son muy parecidos.
Pero, el elegir las mismas cosas como efecto de tener ambos buenas cualidades, todavía no explica la relación de concordia con respecto a la amistad, puesto que, el hecho de realizar las mismas elecciones o tener similares opiniones también les puede ocurrir a la personas que no son amigos. La concordia entre los amigos supone el acto de las voluntades por ambas partes conduciéndose hasta el mismo fin.
El hombre bueno, por su propia naturaleza, siempre elige la propia existencia, las acciones nobles y las cosas que son beneficiosas para él. Pretende tales bienes, se apasiona por conseguirlos y se siente feliz con ellos. La búsqueda de los bienes y la elección de las acciones virtuosas de un hombre bueno para sí mismo, en cierto modo, están dirigiéndose hacia la felicidad, fin deseado por el ser humano de un modo natural.
En cuanto se relaciona con los amigos ocurre lo mismo. El hombre bueno quiere ser feliz y lo mismo desea que le suceda a su amigo. Elige para sí mismo lo bueno y necesario para la felicidad, de igual modo, también busca lo que es bueno para un amigo con el fin de que éste sea feliz. Esta concordia es debida a la querencia voluntaria de un mismo fin.
En cuanto a la concordia respecto a la afectividad, la persona buena siempre está de acuerdo consigo mismo y no se arrepiente con facilidad de lo que ha hecho. No actúa por las pasiones de la parte sensitiva, controla la pasión. Al comportarse según la razón, el hombre bueno no posee una disposición opuesta contra sí por la unidad y la estabilidad en toda su persona.
Un amigo verdadero siempre está disponible para el otro, tanto en las situaciones afortunadas como en las difíciles. Quiere compartir los mismos sentimientos o, si ello no es posible procura identificarse con ellos. Sin embargo, no es una conducta suficientemente apropiada el quedarse en el mismo sentimiento –el dolor o el sufrimiento- del. Siempre se puede intentar algo más. Algunas veces lo que uno hace por un amigo, a veces, no lo haría por uno mismo.

3.4.5 Convivencia

Es el rasgo distintivo para averiguar la existencia de una amistad verdadera y el requisito fundamental para que, en ella, la amistad crezca y se cultive. La convivencia es deseada por el hombre tanto en la relación consigo mismo como en la relación con sus amigos; gozan los momentos en que están con sus buenos amigos; desean la compañía de ellos y disfrutan, con su presencia, en cualquier situación.
Se puede especificar tres cualidades de la convivencia:
a. Contiene dos elementos básicos para mantener la amistad: el trato y el tiempo.
b. Permite que los amigos adquieran las experiencias y las posibles pruebas para examinar la existencia de una amistad verdadera.
c. Fortalece el amor recíproco y profundiza en la mutua intimidad.
La primera idea -trato y tiempo- son dos elementos de la convivencia para ejercer la amistad. Se pueden apreciar dos situaciones distintas: una hace referencia a personas que tienen intención de ser amigos mutuamente aunque aún no lo son; y la otra se refiere a los que ya son amigos entre sí.
Respecto al caso de los amigos conocidos, uno puede seguir siendo el amigo del otro a pesar de su ausencia física. No obstante, si la falta de trato es a largo plazo, tal relación puede disolverse, ya que parece que se olvida la amistad. Por este motivo, tanto en el primer caso -la benevolencia ha de ser comunicable- como en el segundo -el mantenimiento de la amistad requiere la costumbre de contactar-. El trato mutuo, continuo y frecuente es una condición imprescindible para aumentar el cariño en la amistad.
En cuanto al tiempo es un requisito fundamental para consolidar una amistad. El hombre, de inicio, puede tener una imagen o impresión falsa sobre la bondad de una persona. Además, “el deseo de amistad surge rápidamente” (Aristóteles, Ética a Nicómaco 1157b25-33) pero para comprobar la “validez” de tal deseo, es necesario ir descubriéndolo y confirmándolo con el paso del tiempo.
Por otro lado, los que ya son amigos entre sí también requieren tiempo para cultivar su amistad. Uno quiere el bien para su amigo y lo procura. Y para ello, es necesario conocer el carácter y las acciones del otro y eso sólo se consigue dedicándole tiempo mediante el cual y, a través de muchas pruebas, se establece una confianza entre los amigos, crece y se garantiza la estabilidad de su mutuo amor haciendo la amistad más sólida. Para adquirir una mutua confianza, los amigos han de compartir experiencias. La convivencia mantenida en el tiempo no es sólo necesaria por su función de comprobar y fortalecer la amistad y por el disfrute de la mutua compañía, sino que es una condición imprescindible, porque proporciona la oportunidad de que los amigos crezcan juntos en virtudes.
Un hecho actual que puede facilitar esta convivencia es la aceptación de la filosofía de la globalización. “En efecto, los seres humanos que carecen de futuro o esperanza en la vida han optado con frecuencia por acudir al asalto de los países desarrollados, pero sin renegar de sus pueblos, de sus autoridades, de sus creencias religiosas, de sus costumbres ni de su cultura” (Díez Medrano, 2010, p. 7-8)

3.5. La verdadera amistad se orienta a la felicidad

En el estudio de la amistad hay dos requisitos esenciales que se presentan como las “vías” por las que se alcanza la felicidad: además de las actividades de la vida en común entre los amigos se da el ejercicio de las virtudes. Para que la amistad esté en relación con la felicidad del hombre es necesario el ejercicio de la virtud.
La felicidad no es un bien dado al hombre desde el principio de la vida, sino que, según Aristóteles, “es algo que se produce”; es una actividad que consiste en el vivir y el actuar. De la afirmación anterior se deducen dos ideas esenciales: la vida es un bien y es una actividad. Es un bien, puesto que la característica del bien es que sea deseable, bueno y agradable en sí. Por esta razón el hombre, por su naturaleza, desea su propia existencia y la desea porque ésta es en sí buena y agradable.
Al considerar la felicidad es fácil preguntarse además cuántos bienes se requieren para una vida feliz o qué tipo de bienes llevan al hombre hacia ella. Los bienes tienen características agradables y satisfactorias pero, no todos los bienes tienen como función propia agradar la vida de cualquier hombre, sólo algunos de ellos poseen cualidades necesarias para la felicidad humana.
Puede parecer que la felicidad requiere la condición de la buena fortuna, sin embargo, no deben identificarse, porque la fortuna si es excesiva puede convertirse en un obstáculo para la felicidad y, entonces, no es justo llamarla “buena fortuna”, pues su límite está determinado por su relación con la felicidad. Los hombres que están contentos con poco, o los que no valoran en nada los honores o cosas admirables, son “los que están entregados por entero a la buena vida. Y todos convienen en que la vida no es nada sin la amistad; al menos si es que quieren vivir con un cierto tono de hombres libres”. La amistad se muestra como un bien.
El amigo, en cuanto que es bueno, es un bien tanto para sí como para el otro. La alegría de la percepción de sí mismo tras la del amigo, no sólo tiene como consecuencia que ayuda descubrir su bien en el otro, sino que, al mismo tiempo, contempla el bien de su amigo.
En razón del amigo bueno, uno se contenta no sólo alcanzando el conocimiento más completo de sí mismo, sino también percibiendo lo agradable y lo bueno que son el modo de ser y las acciones del otro. Los caracteres bondadosos y las obras virtuosas del amigo, por un lado son buenos, gratos y deseables. Por otro, puede agradar al hombre, al presentarse el amigo bueno como un modelo o referencia de virtud. “El hombre dichoso necesitará de tales amigos, si es verdad que quiere contemplar acciones buenas y hacerlas propias, y tales son las acciones de un amigo que es bueno” (Aristóteles, Ética a Nicómaco 1169b33-1170a1).
“La vida feliz será la del que actúe de acuerdo con la virtud” (Aristóteles, Ética a Nicómaco, 118b35). Al relacionar la amistad con la felicidad, se concluye que, para ser feliz, el ser humano necesita actuar bien con sus amigos ejerciendo las virtudes durante la convivencia.
Hay dos requisitos fundamentales para alcanzar la felicidad en la amistad: la vida en común entre los amigos y el ejercicio de las virtudes de modo conjunto.
Respecto a la primera condición, la vida común entre los amigos, se ha mencionado que la felicidad es una cierta actividad, ésta implica la actuación; no obstante, por razón de la naturaleza del hombre –es un ser social-, es difícil que uno esté activo consigo mismo, pero en compañía de otros y en relación con otros es mucho más fácil. Por otro lado, también el hombre tiene el deseo de compartir algunas circunstancias de la vida con sus amigos y disfrutar de la compañía de ellos.
En la amistad entre los hombres, hay comunicación de opiniones, intercambio de pensamientos, y diálogo íntimo que necesitan el empleo de las palabras y el uso de la razón, y son un enriquecimiento para el alma humana.
Se ha tratado la felicidad del hombre desde su propia naturaleza de ser social y por el efecto de la satisfacción de su vida y su alma. Sin embargo, el hombre puede sentirse, además, feliz al hacer actividades conjuntamente con el amigo. Tiene a alguien con quien realizar acciones virtuosas, y las acciones del hombre bueno son por sí mismas agradables; es decir se logra la felicidad entre los amigos mediante la puesta en práctica de las virtudes.
Al establecer la conexión de la felicidad con la virtud, se ha de recordar la idea de que, al practicar las virtudes con los amigos, uno puede alcanzar el bien y la felicidad. Ello implica profundizar en la importancia de la virtud para la felicidad y considerar la amistad como condición necesaria para ejercitarse en las virtudes.
La función de la virtud es la felicidad, ésta es el modo de ser que nos capacita para llevar a la práctica las mejores acciones y “que nos dispone lo mejor posible de cara al mayor bien, siendo el mejor y el más perfecto el que está de acuerdo con la recta razón”. El hombre que quiere ser feliz toda su vida “siempre o preferentemente hará y contemplará lo que es conforme a la virtud, y soportará las vicisitudes de la vida lo más noblemente y con moderación en toda circunstancia”.
Respecto a la necesidad de la amistad en el ejercicio de las virtudes “es propio del hombre bueno y de la virtud hacer servicios”, la persona necesita amigos a quienes favorecer. Además, como las actividades virtuosas tienen características agradables como el bien, el hombre virtuoso prefiere realizar los actos buenos. Por otro lado, entre los amigos, uno puede contemplar el bien del otro y aprender lo bueno que puede obtener de éste. Y, como la felicidad supone actividades, los amigos, al llevar a cabo las obras virtuosas juntamente, pueden ayudarse uno a otro para alcanzar la felicidad.
En consecuencia: felicidad, amistad y virtud se relacionan entre sí “el hombre feliz necesitará amigos virtuosos”.

4. RESULTADOS

Los resultados obtenidos en este artículo no son empíricos ni cuantitativos pues no se ha aplicado ninguna de estas metodologías. Sin embargo, se puede afirmar por los estudios clásicos que al inicio, los niños aportan a la escuela unos valores y principios consecuencia del papel rector de la familia y del entorno social en el que se desenvuelve su vida. Paulatinamente, la educación moral se va “personalizando en la medida en el que proceso de socialización avanza y los cambios evolutivos y psicológicos se presentan” (Kon, I, 1990, p. 47). Se añade, también, la formación del colegio. Los coetáneos desde su natural cercanía dada la proximidad de edad, constituyen espejos y señales en la construcción de la realidad. Se afirma que durante la niñez se logran aprendizajes variados a través de dicha influencia (Palacios, J; Marchesi, A. y Coll, C, 2002, p. 239-140).
Además, el mismo grupo de amigos en el aula construye reglas morales de tipo informal, las cuales posibilitan la formación de cualidades morales importantes como son la honestidad, la solidaridad, la lealtad, el respeto y la responsabilidad. Las vías de estimulación de estas cualidades se realizan a través de la expresión de la intimidad reflejada en el intercambio de información privada y a través de manifestaciones mutuas de afecto que caracterizan la reciprocidad afectiva entre los amigos.
La honestidad implica actuar de acuerdo con los valores de verdad y justicia. Supone ser coherente con lo que se piensa y se siente. Afecta al comportamiento del propio sujeto y a su relación con los demás.
La solidaridad es trabajar por el bienestar y los intereses del prójimo sin dejarse llevar para ello, por el principio de compensación. Es una relación entre seres humanos, que implica la virtud de la justicia, se fundamenta en la igualdad de los individuos y lleva a las personas a responsabilizarse de las cargas del otro.
La lealtad acepta los vínculos implícitos en su adhesión a otros de tal modo que refuerza y protege, a lo largo del tiempo, de valores que representa. Está relacionada con la virtud de la prudencia puesto que implica una selección de unos valores permanentes, actitud básica para un mundo en el que parecen primar los valores transitorios.
El respeto actúa o deja de actuar, procurando no perjudicar ni dejar de beneficiarse a sí mismo ni a los demás, de acuerdo con sus derechos, con su condición y con sus circunstancias. Requiere de la prudencia y de la justicia.
La responsabilidad asume las consecuencias de los actos intencionados como derivados de las decisiones tomadas o aceptadas.
También se destaca la importancia que tiene el profesor que es que con más frecuencia, quien enseña desde la percepción del niño, a través del proceso docente, educativo y planificado por el centro escolar. Aunque el niño conviva en la escuela gran parte del día, los padres y el resto de la familia continúan interactuando en la casa.

5. DISCUSIÓN

Los amigos influyen radicalmente en la persona y además se debe añadir que el factor de la edad en la amistad es un componente importante para tener en cuenta. Cuando van pasando los años, los amigos que son de un mismo grupo con intereses y aficiones en común cambian, y hay una tendencia a empezar a buscar amigos más íntimos, personas en las que uno pueda confiar y a quien pueda contar sus problemas. El grupo sigue siendo importante, pero el joven empieza a distinguir entre compañeros y amigos. La amistad le sirve como una posibilidad de desahogar sus sentimientos.
Cuando el joven quiere independizarse de sus padres, intenta conocer a otras personas a las que puede llamar “amigos”, aunque siguen siendo compañeros con intereses en común, que se reúnen para estudiar, ir de excursión, etc. A medida que vaya madurando, seleccionará estas relaciones, distinguiendo entre la relación de distensión y la que implica un compromiso personal. No es corriente que una persona tenga muchos amigos. Es lógico que conozca a bastantes personas con las que compartir algunos aspectos de su vida y establezca una relación con ellas.
Uno de los grandes retos que tiene la educación actual es realmente ver cómo se podría conseguir que algunas de las actividades de la acción tutorial estén encaminadas a conseguir amistades buenas buscando la formación integral del alumno como queda especificado en el Currículum de la Educación Secundaria Obligatoria.
Actualmente se están realizando programas y métodos que trabajan las relaciones sociales entre los grupos pero no tanto la amistad. Si se consiguiera unos programas más focalizados en la amistad se conseguiría unidad de pensamiento, de sentimiento y de voluntad. Por tanto, es lógico que en la hora de tutoría se lleven a cabo, en el grupo de clase, distintas actividades con esta finalidad.
La amistad en clase se apoya en la lucha por superación de ambos en el desarrollo de virtudes humanas. El buen amigo exige al otro que le comprenda, le dé ejemplo, le proporcione lo que necesita –ni más ni menos-, y que encuentre tiempo para él.
Hoy en día, se dedica poco tiempo a los amigos ya que las redes sociales están influenciando negativamente en este campo. Es más, en palabras de Lacalle (2012: 112) “la destreza de los adolescentes, y de los jóvenes en el uso de las nuevas tecnologías propicia su creciente implicación con Internet y se traduce en un consumo más personalizado, que le permite al usuario construir su propia parrilla a la carta” (Marta-Lazo y Gabelas-Barroso, 2013, p. 16). La felicidad de la persona está en el desarrollo de las virtudes y éstas se consiguen mediante la relación con los demás. Uno de los principales factores donde el ser crece en virtudes es a través de la amistad.

6. REFERENCIAS

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4. Aristóteles (1994). Retórica. Madrid: Gredos
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22. Vidal S, Fuertes M (2013). La dinámica de grupos para el trabajo cooperativo facilita la comunicación. Vivat Academia, Revista de Comunicación, 123, 1-12. doi: https://doi.org/10.15178/va.2013.123.1-12.

AUTORES
Gloria Gallego Jiménez
Dra en Educación por la Universidad Internacional de la Rioja. Profesora de Educación en la Universidad Internacional de la Rioja.
http://orcid.org/0000-0003-4498-8869

Salvador Vidal Raméntol
Dr. en Filosofía y Ciencias de la Educación. UB. Vicedecano de la Universitat Internacional de Catalunya.UIC. Barcelona. Profesor Agregado. Grupo de investigación SGR, SIRSU (Sostenibilidad y Responsabilidad Social Universitaria)
http://orcid.org/0000-0002-2355-0668